“Si hay fuego en la cocina, nosotras ni entramos”

María José, Raquel, Jonathan, Juan Carlos e Ina se divierten en la cocina del restaurante | Foto: J.L.C.
María José, Raquel, Jonathan, Juan Carlos e Ina se divierten en la cocina del restaurante | Foto: J.L.C.

Ina León, María José Plasencia y Raquel Navarro cuentan la otra historia de El Rincón de Juan Carlos

Ina León, la madre de Juan Carlos y Jonathan Padrón, lidia con ellos en la cocina mientras que María José Plasencia y Raquel Navarro atienden con calma y una sonrisa a los comensales en la sala. Las tres son la versión femenina de El Rincón de Juan Carlos, el restaurante que ha hecho historia en Tenerife.

Ina, de entrada, hace una declaración de principios: “Estoy orgullosísima de mis hijos y de mis nueras”. El entusiasmo de la matriarca quedó patente la noche en que le concedieron al restaurante su primera estrella Michelin. “Estábamos en el restaurante, dando el servicio y me puse a saltar y a gritar como una loca mientras Juan Carlos y Jonathan intentaban mantener la calma y sacar los platos”. Eso ocurría dentro de la cocina, fuera, cuenta María José, “la oíamos dando gritos de alegría mientras nosotras servíamos las mesas y atendíamos a los clientes intentando aparentar calma para que todo saliera como siempre”. Pero contentos, lo que se dice contentos, estaban todos ellos.

Ina dice que está "orgullosísima de sus hijos y de sus nueras" | Foto: J.L.C.
Ina dice que está “orgullosísima de sus hijos y de sus nueras” | Foto: J.L.C.

Para Ina León, cocinera que aprende ahora de sus hijos, “lo peor de estos años fue la muerte de mi marido”. Y este año, asegura, se jubila… una decisión que no comparte la familia, con Jonathan a la cabeza. Él y Juan Carlos son conscientes de que encontrar un apoyo como ella en la cocina es imposible, “te da una tranquilidad que no te da nadie”, afirma Jonathan, mientras Raquel y María José le vaticinan una jubilación aburrida. En todo caso, están seguros de que Ina no dejará de darse una vuelta por la cocina de El Rincón de Juan Carlos, aunque ella ya está haciendo planes para disfrutar de sus nietas, Anyelina y Aitana.

“Fuego en la cocina”. Según Ina, Jonathan era el que, de pequeño, “jugaba más con los calderos que Juan Carlos, aunque este último, con 14 o 15 años ya se metía en el restaurante con el padre y se ponía a flambear”. Luego, “ellos aprendieron conmigo, pero ahora yo me guío por ellos y hago las cosas como ellos dicen. Jonathan aprendió solo a hacer los postres. Le gustaba y ahí está todo lo que ha logrado”, afirma con esa sonrisa y ese orgullo que no puede disimular cuando se refiere a sus hijos.

Ser familia no es un hándicap, al contrario, “en la cocina nos los pasamos bien, aunque de vez en cuando se forma alguna bronca, casi siempre conmigo”, dice Ina. María José y Raquel lo corroboran y afirman que “si hay fuego en la cocina nosotras ni entramos”.

María José, sentada, y Raquel son las sumilleres y las dueñas de la sala | Foto: Andrés Gutiérrez
María José, sentada, y Raquel son las sumilleres y las dueñas de la sala | Foto: Andrés Gutiérrez

El Rincón de Juan Carlos vive en estos momentos un momento dulce -soles Repsol, estrella Michelin, Chef del Futuro, etcétera- “pero los inicios fueron muy duros”. Ina y María José recuerdan los primeros meses, “cuando pasaban semanas en las que no entraba nadie y yo venía de otro restaurante donde habíamos servido 200 comidas. Fue muy duro”. Tanto ella como Raquel se emocionaron cuando vieron a Juan Carlos y a Jonathan subidos en el escenario del auditorio de Madrid Fusión después de muchos años de trabajo en los que salían fuera a formarse “y dormían en el aeropuerto porque no había dinero para pagar un hotel”. Ellas mismas tuvieron que salir corriendo -literalmente- de una pensión barata de un barrio de muy dudosa reputación donde habían buscado alojamiento económico para seguir con su formación como sumilleres. “Tiramos hasta la maleta por la escalera”, cuentan ahora entre risas.

El deseo de Ina. Ahora las cosas han cambiado y tienen hasta clientes que “han venido de Londres exclusivamente a cenar aquí y luego se han vuelto a su país”. Aunque lo que más les emociona son “algunos clientes que han venido al restaurante desde el principio y todavía se acuerdan de los platos del primer menú”, o el caso de “un niño de 8 años que fue a cenar porque lo pidió como regalo de cumpleaños y además de disfrutar de la cena y tener un paladar increíble le pidió a sus padres volver antes de que le den la estrella Michelín y sea más difícil conseguir mesa. Nosotros entonces nos reímos, fue hace unos tres o cuatro años, pero el crío tenía razón”.

Con Juan Carlos, Jonathan e Ina en la cocina, estaba claro que Raquel y María José se encargarían de la sala. Además, se han formado como sumilleres en la Escuela Española de Cata. María José recuerda que siempre le interesó la sumillería “pero por falta de tiempo lo fuimos postergando hasta que se convirtió en una necesidad y en el peor momento porque las niñas eran pequeñitas”. Y allí se plantaron en Madrid para obtener el título con jornadas maratonianas en las que a las 9.30 de la mañana se enfrentaban a una cata de 40 vinos. Y catas de aguas, destilados, whiskys…

Ina León dice que se jubila... aunque los hijos y las nueras quieren impedirlo | Foto: Andrés Gutiérrez
Ina León dice que se jubila… aunque los hijos y las nueras quieren impedirlo | Foto: Andrés Gutiérrez

El deseo de Ina es que “tengan un restaurante mejor, más amplio y más cómodo”, y el de María José y Raquel, que en ese espacio más amplio tengan una buena cava donde mimar sus más de 200 referencias en vinos.

A pesar de su juventud, las dos parejas llevan casi toda la vida juntas. María José asegura que tienen fotos de Jonathan y Raquel de la mano cuando eran niños, “porque ya eran novios desde que tenían doce o trece años”. Y afirma también que hay otra fotografía de un cumpleaños en la que “ya se ve que la mira embelesado con ocho años. Lo tenía conquistado”, cuenta entre risas.

La próxima generación ya apunta maneras. Aitana, la hija de Jonathan y Raquel hace sus pinitos en la cocina y apunta maneras en la dirección de la empresa mientras que Anyelina, la hija de Juan Carlos y María José, como reflejo de lo que hace su madre, suele coger una copa de vino y olerla para asegurar que “huele a uva y a no sé qué…”. Aunque empieza a interesarse por los fogones, sobre todo ahora que cierran los lunes para, como dicen los chefs, dedicarse a I+D, “investigación y diversión”. Es la mejor forma de trabajar, divirtiéndose y haciendo lo que les gusta a todos. Quizás por eso, los clientes salen del restaurante felices. | José L. Conde