Graciela Pereira, nacida en Argentina aunque lleva diez años en Tenerife, cambió su trabajo de psicóloga por un proyecto sostenible y de economía circular
Graciela Pereira Pazos decidió meterse en un berenjenal a raíz de la pandemia, cuando su trabajo como psicóloga se fue al traste con el confinamiento. Le cedieron un terreno y se dedicó a cultivar verduras con la finalidad de que fueran ecológicas para luego envasarlas. Un proyecto sostenible y de economía circular ya que todos los desechos vuelven a la tierra como abono. Consciente del lío en el que se metía y porque la berenjena encurtida es su proyecto estrella, a Graciela Pereira no le resultó difícil elegir la marca para sus productos y así nació ¡Qué berenjenal!
Pronto se hizo un hueco en el mercado y una clientela fija que degusta sus encurtidos, así que el Ayuntamiento de Icod no dudó en hacerle un hueco en el estand con el que este año se estrenaba en la feria GastroCanarias, junto a restaurantes y otros productores del municipio, una experiencia que resultó un éxito.
Pereira, nacida en Argentina y que llegó a Tenerife hace 10 años, cuenta que con la pandemia y el confinamiento no tenía a nadie a quien psicoanalizar, así que se dedicó a las verduras con entusiasmo. Le cedieron un terreno y cultiva con parámetros ecológicos todos los productos que elabora y envasa.
Sus encurtidos ya son más que conocidos en el Norte de Tenerife, donde tiene un puesto en el Mercado del Agricultor de La Guancha. Los sábados, le venden los botes de ¡Qué berenjenal! en el Mercado del Agricultor de Icod, y los domingos en el de Garachico.
Además de las berenjenas, Graciela Pereira envasa cebolla caramelizada con miel y vinagre balsámico, los llamados falsos boquerones que no son otra cosa que zucchini, la denostada chayota y algunas mezclas que incluyen rabanitos con salsa de soja, pimienta negra y ajo; col, cebolla, calabacín y pimientos, zanahorias agridulces y remolacha en vinagre de sidra por citar sólo algunos de sus envasados.
Junto a los vegetales, Pereira también envasa mojos, rojo y verdes, y pepinos probióticos, junto a fermentados de cebolla, pepino y chucrut que le piden clientes italianos y alemanes. Y que cualquiera puede probar en el Mercado del Agricultor, donde siempre tiene productos listos para que lo degusten los clientes.
El precio de los tarros de cristal en los que envasa sus verduras oscila entre los 5 y los 10 euros, dependiendo del tamaño. Y cuenta con su correspondiente registro sanitario. “Amo lo que hago”, dice tan contenta como tajante. | José L. Conde