Danny Nielsen, el regreso a Santa Cruz de un chef que deja huella

Steak Tartar con tostada de pan rústico | Foto: J.L.C.
Steak Tartar con tostada de pan rústico | Foto: J.L.C.

El restaurante que lleva el nombre del cocinero, ubicado en el callejón del Combate, mantiene el clasicismo en la sala, materias primas de calidad y platos acabados delante del cliente

Danny Nielsen, de origen danés, pero afincado en Tenerife, pertenece a la categoría de los cocineros que dejan huella y que elaboran platos que después pasan a formar parte del imaginario popular. Hace escasos meses ha vuelto a la plaza que le encumbró a la fama y le hizo merecedor del Premio a Mejor Jefe de cocina de los XXVI Premios de Gastronomía DIARIO DE AVISOS, que entonces concedía el jurado que presidía en ese momento el malogrado crítico gastronómico Manuel Iglesias.

El jurado de aquella época fundamentaba sintéticamente el premio en lo siguiente: “Este profesional danés es un cocinero que mezcla las influencias de la cada vez más en alza cocina nórdica con recetas tradicionales españolas y de la gastronomía internacional, junto a platos de autor”.

Tras varias visitas, entre ellas la que organizó para los medios de comunicación el empresario Rafael Macías, socio de Nielsen, para presentar este proyecto gastronómico en Santa Cruz de Tenerife, la cocina del chef mantiene las raíces, pero en constante evolución como se aprecia en los platos.

Nielsen, que así se llama el restaurante, está ubicado en el callejón del Combate, 9, en la zona céntrica de Santa Cruz y el ticket medio ronda los 50 euros sin vino. Una de las cosas que sorprende con agrado es una selección de quesos, donde figuran franceses, suizos o británicos, que conviven con los españoles y también canarios.

En los entrantes destacan, a mi juicio, la anguila ahumada sobre pan tostado, muselina de setas y huevos de codorniz frito o el tartar de arenques agridulce con cebolla roja y alcaparras servido con pan de centeno. Llama la atención una sopa de perejil con ostra y tomate semi seco, que merece la pena probar, al igual que la velouté de papa negra con ravioli de setas.

El salmón sobre muselina de batata, crujiente de jamón, salsa de vino blanco y verduras al wok muy grato al paladar.  La carta del restaurante está muy bien pensada para satisfacer paladares exigentes. Los clientes pueden apreciar en un refrigerador de maduración en seco las carnes Wagyu, procedente de Burgos (pura exquisitez), la rubia gallega o la Simmental (Suiza).

De postre dos opciones. Un surtido de quesos o tarta de manzana Pink Lady con mazapán y sorbete de yogurt o el tiramisú Upside Down (cremosos de café bizcocho de Tía María y helado ligero de mascarpone).

La transformación del local, con tonos claros vintage, dan sensación de amplitud y mucha luminosidad al comedor donde la obra de Alejandro Tosco viste las paredes. Un restaurante que aspira ser un clásico. | José L. Conde