Fermí Puig y su socio Alfred Romagosa han abierto un local en Barcelona de cocina catalana con toques personales
Hablar de Fermí Puig es referirse a una época que marcó un antes y un después en la historia de la gastronomía de Tenerife, y, concretamente, del Sur de la Isla. Este catalán (Granollers 1959) hizo historia junto a Juan Gálvez, en el Jardín Tropical o Carlos Gamonal, con El Drago, las periódicas visitas de Ferrà Adriá, y la vigilancia del crítico gastronómico de Diario de Avisos, Manuel Iglesias, fallecido hace algo más de un año.
Ahora después de haber cerrado su restaurante Drolma, en el hotel Majestic, de la Ciudad Condal, vuelve de nuevo al campo de batalla con su socio y jefe de sala Alfred Romagosa y el jefe de cocina Joaquim Soler, para ofrecer una calidad y un menú apto para todos los públicos como señaló el día de su presentación. Puig se ha lanzado a esta aventura con unos precios cerrados que variarán entre los 35 euros al mediodía y los 45 de la noche. El local está ubicado en la calle Balmes, junto a la avenida Diagonal, y ha sido diseñado por el arquitecto José María Botey.
El barcelonismo, club al que pertenece Puig, también estará presente con un espacio reservado, en el que hay una mesa rodeada de una baranda original de madera que estaba en el palco del antiguo estadio de Les Corts. Tampoco podía faltar una gran pantalla de televisión para ver los partidos de fútbol.
En cuanto a la carta del restaurante, entre otros platos, destacan el carpaccio de ternera con parmesano y ensalada, el huevo poché con crema de calabaza y bacon, la merluza a la romana con romesco, el canelón de aguacate con cangrejo real y mayonesa, el parmentier de bogavante, entre otras exquisiteces. La expectación que había despertado la apertura del restaurante se ha confirmado con el paso de los días con un lleno envidiable en estos momentos de crisis. Ahora toca consolidar ese singular proyecto gastronómico de un gran chef, amigo de Diario de Avisos. | J. L. C.
