Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres, asegura que Canarias solo puede hacer frente al ‘fligskam’ apostando por las energías verdes
Miguel A. Torres siempre cuenta que vino a Canarias de luna de miel en 1978. El viaje nupcial se truncó en viaje de negocios, pero el presidente de la bodega Familia Torres mantiene desde hace 45 años un noviazgo con las islas que le ha llevado a establecer premios para que el Archipiélago apueste por las energías verdes. La única manera, dice, de hacer frente al fligskam, esa palabreja sueca que traduce la vergüenza a volar por la alta contaminación que provocan los aviones.
Esa defensa a ultranza de la sostenibilidad ya la ha trasladado desde hace años a la bodega que preside porque “quiero hacer del vino un símbolo de resistencia contra la subida de las temperaturas”. Una prueba de ello es Internacional Wineries for Climate Action (IWCA), fundada por Familia Torres y Jackson Family Wines de California en 2019 y que en tan sólo cuatro años ha pasado de 10 a 52 bodegas. “Es obligación nuestra hacerlo”, dice tajante Miguel A. Torres.
Su bodega es pionera en la recuperación del CO2 de la fermentación, que almacenan en unos tanques de plástico. “Es un CO2 endogénico porque la viña lo ha obtenido del aire y luego con la fotosíntesis ha hecho la planta, los azúcares… Y este año hemos empezado a darle una utilidad porque sirve para hacer el gas inerte. Un vino que ha terminado, sobre todo los blancos, no puede tocar el aire porque se oxida y pierde aromas. Hay que ponerle un gas inerte encima y para esto nos ha servido estos años”, explica el patriarca de Familia Torres, que enseguida se apresura a decir que “ahora hemos ido un paso más adelante para que el hidróxido sódico, combinado con el CO2, haga carbonato sódico, que se usa en la fabricación del vidrio. Vamos a ver si conseguimos cerrar el ciclo y que el CO2 acabe en la botella de vidrio”.
“¿Cómo harías para que el consumidor, cuando va a al supermercado, elija nuestro vino pensando que estamos haciendo algo por el planeta? Todavía la gente hoy cuando va al supermercado mira el precio”
Pero, se pregunta, “¿Cómo harías para que el consumidor, cuando va a al supermercado, elija nuestro vino pensando que estamos haciendo algo por el planeta? Todavía la gente hoy cuando va al supermercado mira el precio”, reconoce.
Pero volvamos a las islas. Miguel A. Torres repite machaconamente que “tenemos que conseguir que en Canarias se produzcan más energías renovables y que en el futuro seamos esas islas verdes del Atlántico sin petróleo. Es la manera de asegurar el futuro de la Isla”. Y lo dice porque poco antes de la pandemia “ya empezamos a hablar del flygskam, esta palabra sueca que significa el asco de volar y hablábamos de que había que tomar medidas porque el peligro de esto, aunque no será inmediato, es que podría bajar el número de turistas. Para un escandinavo, venir a Canarias es el doble de recorrido que ir al sur de Francia y llegará el momento en que habrá gente que se quedará en el sur de Francia. ¿Qué se puede hacer? Pues que Canarias llegaran a ser las islas verdes del Atlántico. Que aquí no entre petróleo. Ahora -dice casi escandalizado- se consumen al año 7.000 millones de toneladas de petróleo en unas islas que tienen sol y viento, que tienen todo para usar energías renovables y remplazarlo”.
Miguel A. Torres reconoce que “Canarias es un gran mercado para nosotros”, pero también que en las Islas “se están haciendo buenos vinos”. Y descarta que la bodega que preside elabore algún vino en las Islas “porque hacer vinos no es como poner una fábrica de tejidos, requiere concentración, requiere un cuidado especial y si te dispersas puede haber problemas”. | José L. Conde