Las castañas, mucho más que un alimento saludable

Castañas asadas | Foto: José Luis Conde
Castañas asadas | Foto: José Luis Conde

Lo habitual es tomarlas asadas, pero también se pueden degustar en puré, compota, confitura o en almíbar, como el famoso marrón glacé

Ya disfrutamos del olor que desprenden las castañas asadas en los puestos callejeros que se han instalado por toda la isla y constituyen un reclamo para hacerse con un cucurucho de estos frutos del castaño. Son el manjar por excelencia del otoño y anticipan las fiestas navideñas y son mucho más que un alimento saludable, ya que además de tener un alto valor nutricional son ideales para rituales de belleza porque hidratan, reparan y regeneran la piel.

El contenido en grasa de las castañas es considerablemente inferior si se compara con el de otros frutos secos como las nueces o las almendras, y su contenido calórico también, por lo que son el aliado perfecto para saciarse entre horas. Además, son absorbidas por el organismo de una manera lenta por lo que mantienen los niveles de azucares equilibrados y se evita la sensación de hambre. Destacan también por su contenido en vitaminas del grupo B (B1 y B6) y minerales como el potasio y el fósforo.

Para una mejor digestión es recomendable consumir las castañas cocinadas, por ejemplo, asadas, ya que, al ser un alimento rico en taninos, si se consumen en crudo pueden producir alguna molestia intestinal, además, es conveniente que, si se recogen directamente en el bosque, sean almacenadas durante una semana para que su contenido en taninos disminuya.

El contenido en grasa de las castañas es considerablemente inferior si se compara con el de otros frutos secos
El contenido en grasa de las castañas es considerablemente inferior si se compara con el de otros frutos secos

Las castañas, además de ser un alimento saludable, son un fruto seco asociado a tradiciones y rituales funerarios. Existía la creencia que, por cada castaña que se tomaba el día de todos los santos, un alma era liberada del purgatorio, por lo que en esas fechas existen multitud de fiestas alrededor de las castañas. El castaño ha sido clave a lo largo de la historia, para los celtas era un árbol sagrado. Según se cuenta, las castañas pertenecen a los dioses Júpiter y Saturno, dan suerte gracias a Júpiter y alejan los espíritus gracias a Saturno. Para que tengan un poder curativo hay que hacer un ritual que consiste en rezar sobre ellas y después bendecirlas, y tras esto muchos creen que si se lleva una castaña en un bolsillo puede absorber el dolor físico por su emanación magnética y ayudar en enfermedades reumáticas, otros creen que si se ponen en un cuenco bajo la cama el enfermo se curará.

Se crea o no en rituales, lo que si es cierto es que han sido base de la alimentación desde la antigüedad: los romanos plantaron castaños masivamente ya que su fruto, junto con el trigo, era primordial, y se usaban como sustituto de los cereales, sobre todo en épocas de escasez. La harina de castañas se utilizaba para la elaboración de pan y pasteles. La llegada del maíz y la patata hicieron que las castañas perdiesen protagonismo, pero, aun así, hoy, siguen siendo muy demandadas como alimento y cada vez más utilizadas en cosméticos.

Las castañas deben ser grandes y de color brillante | Foto: José Luis Conde
Las castañas deben ser grandes y de color brillante | Foto: José Luis Conde

¿Cómo escoger las mejores castañas? Aunque parezcan todas iguales hay que elegir las que sean más grandes, de color brillante y sin machas, no deben tener perforaciones y al apretarlas estar duras.

Una vez elegidas las mejores castañas hay que saber conservarlas y cocinarlas. Es mejor guardarlas en un cesto amplio para que no cojan moho y es recomendable que estén en un sitio fresco y seco alejadas de la luz. También se pueden congelar para que duren más tiempo y una vez descongeladas es recomendable rehidratarlas, es decir, se ponen en un recipiente de agua durante un par de horas para que se hidraten. Antes de cocinarlas se pueden sumergir en agua para ver si todas están en condiciones óptimas, las que floten es mejor desecharlas ya que o están vacías o no están buenas. Y ya, por último, antes de cocinarlas hay que hacer una incisión en la parte más blanca para que no salten o revienten.

Se pueden preparar de multitud de maneras, lo más normal es tomarlas asadas y compradas en puestos callejeros que invaden de su olor las ciudades, pero también se pueden tomar en puré, compota, confitura o en almíbar, como el famoso marrón glacé.