Entrevista con Clara Isamat, autora de los documentales ‘Revolución Líquida’ y ‘Fermentación Espontánea’
Clara Isamat (Barcelona, 1971), estudió imagen y sonido y trabajó como fotógrafa de prensa hasta que, con una compañera que había estudiado cocina, abre un espacio que ella califica como un “paladar cubano, porque son como esas casas donde te abren la puerta y entras a comer”.
Allí, en el barrio de Gracia, “ella cocinaba y los amigos venían a probar los platos… Hasta que “un amigo nos dijo, oye por qué no cocinas un día, vengo con más gente y os pago. Y dijimos vale. Y luego decidimos dar el salto y profesionalizarnos y encontramos un restaurante en el Alt Empordà en Girona”. Así es la historia de esta mujer, fotoperiodista, restauradora y sumiller, que ha filmado los documentales Revolución Líquida y Fermentación espontánea, que retrata el mundo de la sala y la sumillería y el vino.
“Detrás de la figura del sumiller hay algo más, no es solo una persona que te abre una botella de vino y te lo sirve”
– ¿Y cómo llega ese interés por el mundo del vino?
“Yo la primera semana quería cerrar, no podía, estaba agotada, era un caos, pero decidimos tirar para adelante con el restaurante. Y entonces me di cuenta de que venía mucha gente con el tema de los vinos y me preguntaban y a mí me sonaba a chino, así que decidí estudiar el curso de sumiller. Y ahí oí hablar por primera vez de Can Roca, que sólo tenía una estrella si no me equivoco, en el local antiguo y podías ir sin reserva. Así que contacté con ellos, fui un día a cenar y les pedí hacer prácticas. Y allí me empezaron a hablar de las personas que hacen el vino y me enseñaron a ver esa otra parte detrás de las botellas. Y me encantó. Y eso es lo que más me ha apasionado, conocer del mundo del vino, visitar las bodegas, las viñas. Total, que en 2013 dejo el restaurante, recupero la cámara de fotos, que la tenía olvidada y recupero una idea que tenía desde hacía un tiempo que es el movimiento del vino natural. Me atrajo muchísimo porque había poca cosa publicada, cogí la cámara y dije voy a hacer un recorrido por productores de vino natural de España. Empiezo a hacer las fotografías, me complico la vida y hago vídeo y recurro a una sobrina que había estado en una escuela de cine de Cataluña y así salió nuestro primer documental que fue ‘Fermentación Espontánea’, un proyecto en paralelo con el libro que también se publicó. La experiencia fue buenísima y en 2018 con la experiencia del primer documental se me ocurre mostrar esto, la figura de la sala a través de un personaje que es el sumiller”.
“Los viticultores de Tenerife son gente joven con ganas de moverse, que van a ferias por todo el mundo”
– ¿Qué reivindicas con ‘Revolución Líquida’?
“Mas que reivindicar lo que quiero es mostrar una profesión que creo que se conoce poco. Para mí es muy importante pensar quién puede ver este documental, así que pienso siempre en hacer algo que pueda llegar a todo tipo de público, tanto al profesional como al que tiene interés por el mundo del vino, y que descubra que detrás de la figura del sumiller hay algo más, no es una persona que adopta una postura, te abre una botella de vino y te lo sirve, sino que hay un conocimiento, una inquietud detrás. Una figura que conozco porque yo he trabajado como tal, y mostrar la parte más humana. Y quizás ahí entra un poco el punto reivindicativo del momento que estamos viviendo ahora, de ese cambio de actitud de la sumillería más clásica a la actual”.
– ¿En ese proceso se ha producido la incorporación de las mujeres o sigue siendo nula?
“No, por suerte cada vez hay más. Al final un sumiller no es solo una persona que trabaja en sala, hoy en día está abierto a más perfiles. Puede ser comercial, puede ser periodista, formador, y justo esos diferentes perfiles lo muestro solo con mujeres, no hay ningún hombre. Cada vez hay más y son más visibles, pero al final es también un espejo de lo que pasa en la sociedad”.
“Me interesan mucho los proyectos de una viticultura ecológica y mínima intervención en bodega”
– ¿Qué hay que hacer para mejorar el consumo de vino, que está estabilizado?
“Y baja, incluso. La figura del sumiller joven hoy en día va a empatizar muchísimo con el público joven. Es una manera diferente de explicar el vino, de promoverlo, de venderlo; que sea totalmente desenfadado y también a veces que tenga un punto de moda, ponerlo de moda. Si tú quieres que la gente entre a probar un producto tienes que ponerlo un poquitín de moda y eso se hace a través de una comunicación. Además, al público joven le interesa muchísimo -y el mundo del vino es un reflejo de lo que pasa en la sociedad-, la ecología, los productos cercanos y esta tendencia que hay, por suerte, de productos ecológicos. Eso hará que el joven, que tiene interés por saber qué come y qué bebe, se acerque también al vino”.
– ¿Tú buscas este tipo de vinos o los clásicos de toda la vida?
“A mí me interesan muchísimo los proyectos pequeños donde la misma persona es la que se encarga de todo el proceso, que no hay enólogos contratados ni grandes inversiones. O sí, porque el tiempo es una gran inversión, y por supuesto, vinos naturales. Para mí son muy importantes. O de una viticultura ecológica y mínima intervención en bodega”.
– ¿Y volverías a un restaurante?
“Me encantaría. Siempre que hablo con gente de restauración tengo mono del servicio. Me encantaría.”
– ¿Conoces los vinos canarios?
“Conozco muy poco. He estado en La Geria, en Lanzarote. Es un paisaje impresionante maravilloso, y Taganana que también me ha impresionado. Los vinos canarios cada vez llegan más a la Península y la proyección que tienen con esos proyectos pequeñitos es muy importante porque además son gente joven con ganas de moverse, que van a ferias por todo el mundo”. | José L. Conde