Un desayuno de reyes

Roscón de Reyes de El Aderno | Foto: Andrés Gutiérrez
Roscón de Reyes de El Aderno | Foto: Andrés Gutiérrez

El tradicional roscón, última cita con la culinaria de la navidad, oculta cada vez más ingeniosas sorpresas: desde lingotes de oro hasta cheques de 9.000 euros

La fiesta de Papa Noel o de Santa Claus, como se prefiera llamar, no ha penetrado con la suficiente fuerza, afortunadamente para sustituir a la noche mágica de los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Esta noche de ilusión que los pequeños esperan dejando sus zapatos junto al árbol de Navidad para recibir la recompensa por un año, en el que aseguran que se han portado bien, que dará paso después a un desayuno a base de chocolate a la taza bien caliente y el tradicional roscón de reyes que se encarga días o semanas antes en el obrador de confianza o en una gran superficie comercial para evitar quedarse sin él.

El roscón de reyes es la última tentación gastronómica apegada a las fiestas navideñas cargada siempre de excesos de comida y alcohol por más que uno intente controlarse. Esta apoteosis dulce de forma circular no es ni más ni menos que un bizcocho elaborado con harina, leche, mantequilla, azúcar, huevos, levadura de panadería, frutas escarchadas, agua de azahar, ralladura de limón y sal, según mandan las recetas canónicas. Bien es verdad que en los últimos años se ha visto cómo se ha rellenado con multitud de ingredientes, por ejemplo el foie-gras, que nada tienen que ver y que nada añaden a este exquisito dulce.

El roscón tiene la particularidad de que en su interior hay una pequeña sorpresa que puede ser una figura de plástico que representa un rey o un haba. El afortunado al que le toque el primero se convertirá en el rey de la fiesta, mientras que al segundo le corresponderá el castigo de tener que comprar otro roscón de reyes para todos los comensales presentes.

Roscón de Reyes de El Aderno | Foto: Andrés Gutiérrez
Roscón de Reyes de El Aderno | Foto: Andrés Gutiérrez

Uno de los roscones de reyes más solicitados en Tenerife es de El Aderno, cuyo obrador está ubicado en el municipio de Buenavista del Norte, pero que se pueden conseguir en las tiendas que tiene distribuidas por la isla.  Ayer mismo ya había gente en cola para efectuar las correspondientes reservas.

En cuanto a los rellenos la imaginación cada día es más abundante. Por ejemplo El Corte Inglés, en colaboración con la empresa de metales preciosos Degussa, regalará este años 1.003 lingotes de oro que se encuentran escondidos en los roscones de los supermercados de su cadena. En total son 1.000 lingotes de 1 gramo de oro puro y 3 lingotes especiales de una onza, los que se han puesto como sorpresa. Los correspondientes a una onza de oro están valorados en 1.100 euros cada uno y los de un gramo, en 47 euros, según los cambios de valor de mercado. El roscón premiado con la onza de oro incluirá una tarjeta informativa que el cliente deberá presentar en la consigna del supermercado de El Corte Inglés más cercano y allí recibirá su premio.

Otra de las ideas ingeniosas ha sido la de la confitería Conrado, ubicada en la localidad leonesa de La Bañeza, que esconderá este año 9.000 euros en un roscón de reyes que se venderá hasta el 6 de enero, una tradición que ha llevado a estos maestros confiteros a comercializar roscones en todo el territorio español y en Europa.

Manuel Antonio González es el propietario de esta confitería, que se fundó en 1856 y que pertenece ya a la quinta generación. Estos roscones se han hecho famosos desde que hace diez años, en 2009, el propietario de la confitería decidiese esconder un premio de 500 euros en uno de ellos, una cifra que ha ido aumentando año tras año hasta llegar a 9.000 euros esta edición. González recuerda que roscón del año pasado agraciado con 8.000 euros se vendió en una tienda ‘gourmet’ de León y el agraciado fue un vecino de un municipio de la montaña leonesa.

Como se ve la tradición pervive, pero acompañada de geniales ideas para aumentar las ventas de este delicioso bizcocho que pone fin a una noche de nervios, desvelos y temores por si los Reyes Magos solo nos han reservado carbón. | José L. Conde