El pintor Ernesto Valcárcel diseña la quinta caja de autor de El Aderno

 

Ernesto Valcárcel, durante el trabajo en el obrador | Foto: El Aderno
Ernesto Valcárcel, durante el trabajo en el obrador | Foto: El Aderno

Teobaldo Méndez presentará mañana los bombones en un acto en el Círculo de Bellas Artes

El obrador de El Aderno, de Buenavista del Norte, presentará   este sábado, a partir de las 20.00 horas, en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz, su quinta caja de autor, que lleva el diseño del pintor tinerfeño Ernesto Valcárcel Manescau.

En el acto estarán presentes, además del pintor, el responsable del obrador, Teobaldo Méndez, y la presidenta de la institución, Dulce Xerach Pérez.

Méndez señaló a este periódico que esta es la quinta caja de autor que prepara el obrador y que es la única del país que, además de estar diseñada por el propio pintor, se implica también en el diseño y los sabores del bombón de chocolate, que, como es tradicional en la casa de El Aderno, tendrá la tradicional forma de haba de cacao.

Las anteriores cajas fueron diseñadas por los pintores Sergio Gil, Fernando Álamo, Gonzalo González y Carlos Matallana. Los bombones estarán a la venta a partir de la próxima semana en los diferentes establecimientos de El Aderno, situados en La Alhóndiga, 8 (Buenavista del Norte); avenida de Bravo Murillo, 16, y El Pilar, 27 (ambos en Santa Cruz de Tenerife); calle de Herradores, 95, en La Laguna; y Sweet Shop, urbanización La Palma, en la calle del Marqués de Villanueva del Prado, local 44, en Puerto de la Cruz.

El pintor y también profesor de la Escuela de Bellas Artes y arquitecto sintió un enorme placer cuando Fernando Álamo le comunicó este encargo de Teobaldo Méndez, al cual calificó de bellísima persona y un ejemplar emprendedor desde su obrador radicado en el municipio de Buenavista del Norte.

Ernesto Valcárcel señaló que “la idea del diseño de la quinta edición de la caja de autor surgió de un sueño recurrente en Buenavista del Norte, en el que paseaba por un callejón oscuro y de repente entraba en un local donde había depositados cuatro o cinco dulces en un mostrador que me llevaba a la boca. Luego me despertaba”. | José L. Conde