Un tiempo fascinante

José-Luís-2Cuatro estrellas Michelin, ni más ni menos, ha recabado la isla de Tenerife en la pasada edición de los premios de la guía roja, con la que no siempre está conforme la crítica gastronómica o el propio sector de la restauración, pero que en esta ocasión nos beneficia claramente. Otros tantos soles, algunos como el Kazan, en Santa Cruz, que suma uno al que ya tenía, han sido otorgados por la Guía Repsol esta misma semana.

Ambos reconocimientos apuntalan algo que desde hace tiempo se ha venido sembrando en la Isla: una apuesta firme por la gastronomía, especialmente por el Cabildo de Tenerife y desde las páginas de  DIARIO DE AVISOS, hasta hace pocos años con Manuel Iglesias al frente, y que en la próxima edición cumplen su 30 aniversario. La Guía Michelin sitúa a Tenerife nítidamente en el mapa gastronómico mundial, ahora no sólo en los restaurantes M.B. de Martin Berasategui y el Kabuki, de Ricardo Sanz, ubicados en The Ritz Carlton-Abama, en Guía de Isora, que enarbola la singularidad de ser único hotel español con tres estrellas. También pone a la capital, Santa Cruz de Tenerife, en un destino culinario apetecible para muchos gourmets con el macarrón concedido al japonés Kazan, de los tinerfeños Fran Relea y Carlos Sánchez.

Este tirón, sin duda, debe convertirse en un revulsivo para la capital que en los últimos años no acierta a recuperar el tono culinario. En este sentido hay que recordar que la gastronomía se ha convertido en la nueva gallina de los huevos de oro y de la marca España, que atrajo solo en 2013 a 7,4 millones de turistas internacionales, el 32% más, con un gasto medio por persona diario de 1.170 euros, según datos recabados en Turespaña y debe ser entendida como palanca para la promoción del destino, en este caso, Tenerife.

Hasta hace muy poco era impensable, entre otras razones por la lejanía de las islas, que los inspectores de las guías se acercaran a la isla para examinar al detalle los platos elaborados por los chefs, las instalaciones que albergan las cocinas, la temperatura de las cavas de vino, incluso, llegan a decir que hasta el tamaño de las servilletas. Sin embargo, ha sido posible volver a figurar en la guía francesa que ya hace años encumbró a El Patio del hotel Jardín Tropical y El Drago, en Tegueste, de Carlos Gamonal, con sus reconocimientos.

Ahora tocan tiempos de apoyar a los restaurantes, los cocineros, los viticultores, los  guachinches, al sector primario en su conjunto; apostar seriamente por la formación, no solo en los fogones sino también en la sala, y la investigación, para mostrar al mundo una imagen de vanguardia en este tiempo fascinante para la gastronomía. | José L. Conde