Decálogo sobre el uso de edulcorantes sin y bajos en calorías

Ilustración: SINC
Ilustración: SINC

Expertos reunidos en Chinchón (Madrid) en el encuentro ‘Edulcorantes, Salud y Consumidor’, organizado por la Fundación para la Investigación Nutricional (FIN) con la colaboración de la Consejería de Sanidad de Madrid, la International Sweeteners Association (ISA) y el CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición del Instituto de Salud Carlos III (CIBERobn), han analizado el estado actual del conocimiento científico en torno a los edulcorantes sin y bajos en calorías (ESBC) y han recogido las principales conclusiones en la ‘Declaración de Chinchón’.

Y es que los edulcorantes, incluido el azúcar, constituyen un elemento de actualidad, aunque no exento de desconocimiento por algunos sectores tanto académicos como de la población en general. De hecho, señalan que la propia naturaleza de los edulcorantes sin y bajos en calorías (ESBC) los hace susceptibles de informaciones “contradictorias” ya que, según los expertos, son aditivos alimentarios ampliamente utilizados como sustitutivos del azúcar para endulzar alimentos, medicamentos y complementos alimenticios cuando se persiguen fines no nutritivos.

Por ello, el ‘Decálogo de Chinchón’ es fruto de una reunión de reflexión y consenso por parte de un grupo de expertos procedentes de distintas disciplinas científicas y consta de diez aspectos relacionados con su seguridad, utilidades, grado de conocimiento entre la población y profesionales y la investigación.

En concreto, el documento recuerda que los ESBC han sido utilizados de forma “segura” por los consumidores de todo el mundo durante más de un siglo y señala que la descripción y declaración de todos los ingredientes en el etiquetado de los productos, al igual que para el resto de aditivos, es obligatoria. Además, destaca que los actuales han sido sometidos a “estrictas pruebas” de seguridad.

“Todos los aditivos tienen establecido un valor de Ingesta Diaria Admisible (IDA) que representa un valor guía de seguridad para la salud y que ha sido establecido por organismos regulatorios internacionales que definen la IDA como la medida de la cantidad de un aditivo autorizado que puede consumirse en la dieta diaria (alimento o bebida) durante toda la vida sin ningún riesgo apreciable para la salud”, destaca el documento.

No hay relación entre su consumo y la aparición de enfermedades. Por otra parte, los expertos aseguran que la evidencia científica actual indica que “no existe” relación entre el consumo de ESBC y la aparición de enfermedades no transmisibles y que, al mismo tiempo, no afectan a los niveles de glucosa o insulina en el plasma sanguíneo, representando un instrumento adicional en el tratamiento dietético de personas con diabetes y obesidad y constituyendo un elemento clave en el control metabólico hidrocarbonado.

“La investigación científica muestra que el consumo de alimentos y bebidas en los que se ha sustituido el azúcar por edulcorantes sin y bajos en calorías, el empleo de ESBC, combinados con la práctica de actividad física y un estilo de vida saludable, pueden jugar un papel significativo en la pérdida de peso y en el mantenimiento de un peso saludable, siendo por ello un instrumento válido en la prevención del sobrepeso y la obesidad, y en general de la ganancia ponderal”, recalca el documento.

No obstante, y ante la “incertidumbre” que a veces se genera sobre la influencia del consumo de ESBC en los hábitos alimentarios y de actividad física de las personas que los consumen, los expertos han destacado la necesidad de potenciar la educación nutricional y un estilo de vida saludable, con un énfasis particular en la promoción de la actividad y del ejercicio físico.

“En la infancia la utilización de este tipo de aditivos debe considerarse solo como un recurso alternativo cuando otras estrategias preventivas hayan fracasado, excepto en su uso en chicles para la prevención de la caries dental y en productos farmacéuticos. Además, los ESBC ayudan a prevenir la caries dental”, señala la ‘Declaración de Chinchón’.

Finalmente, aboga por potenciar la educación al consumidor acerca de estos productos de forma rigurosa, objetiva y basada en la mejor evidencia científica y los procesos regulatorios; priorizar la formación de los profesionales de la salud de Atención Primaria y especializada, dentistas y farmacéuticos, para que se constituyan en agentes educativos sobre este tipo de productos en la población sana y en grupos con necesidades especiales; y potenciar la investigación sobre ESBC en España, incentivando la monitorización de los niveles de ingesta de ESBC en distintos grupos poblacionales y facilitando el desarrollo de proyectos multidisciplinares al respecto. | Europa Press