Almorzar entre nubes en el Bahía del Duque

Pierre Résimont, Joseba Llarena (en primer plano) y Erika Sanz brindan con los comensales a 50 metros de altura
Pierre Résimont, Joseba Llarena (en primer plano) y Erika Sanz brindan con los comensales a 50 metros de altura

Pierre Résimont fue, sin duda, el mejor anfitrión que podía haber elegido el hotel Bahía del Duque para su primer almuerzo a 50 metros de altitud

Pierre Résimont fue, sin duda, el mejor anfitrión que podía haber elegido el hotel Bahía del Duque para su primer almuerzo a 50 metros de altitud. El chef belga hizo disfrutar a la veintena de personas que ayer participaron en el primer almuerzo suspendido en el aire, uno de los actos programados con motivo de los 25 años de la inauguración del hotel. Y eso que algunos no las tenían todas consigo cuando la grúa comenzó a elevar la cabina que albergaba a los comensales, el chef, el ayudante y la sumiller.

Estaba previsto subir 40 metros, pero la ausencia de viento y de lluvia que en esos momentos anegaba casi toda la isla, alentó a los organizadores a llegar a los 50 metros. Hubo una primera parada, a unos diez metros de altura, para degustar el entrante –una espuma de foie caramelizado y manzana verde- para que los comensales comenzaran a relajarse. Y luego, para arriba. Résimont brindó, obligó a los invitados a hacer la ola, puso música animada y a partir de ese momento todo el mundo empezó a disfrutar de una experiencia inolvidable. Antes de bajar ya se había formado el ‘club de fans de Pierre Résimont’.

Sobre todo, porque además de entretener y divertir, el chef belga preparó un menú que sorprendió a todos, empezando por una crema de ceps, castañas ahumadas, croutons y jamón de bellota; un impecable tonnato de ternera, alcaparras y cebollas pickets y una arriesgada fideuá de bogavante con espuma de azafrán que colocó a los comensales ya definitivamente en el cielo.

Para el postre, tarta de limón y merengue –uno de sus postres preferidos- hubo que hacer un descenso a la tierra. Pero sólo lo justo para que sirvieran el plato y al grito de Résimont, otra vez a pasear entre las nubes hasta el éxtasis final.

 

Para este primer almuerzo Résimont se vio apoyado de Joseba Llarena, segundo de a bordo de su restaurante, La Brasserie (Bahía del Duque), y de Erika Sanz, sumiller del restaurante Solana de Santa Cruz, quien dio información pormenorizada de los vinos y champagnes: Taittinger brut nature reserva; Chivite Lergardeta chardonnay y el tinto Chivite Legardeta syrah.

Hay que recordar que Résimont tiene dos estrellas Michelin en su restaurante L’Eau-Vive, sito en Bélgica, y desde hace dos años se ha implicado en La Brasserie del Bahía del Duque.

Jornadas. Si el primer almuerzo constituyó todo un éxito por la noche le tocó el primer turno de cena a restaurante Kazan, de Santa Cruz, y posteriormente Résimont volverá a oficiar a los 50 metros de altura. Hoy de nuevo se reanudará las jornadas, que han denominado Dinner in Bahía’s Sky que como se sabe empiezan con un desayuno, a media mañana una cata de tres tipos de caviar y otros tantos de Taittinger; un almuerzo, y las dos cenas.

Estas jornadas, que acaban mañana sábado, no solo están destinadas a los huéspedes del hotel, sino que también están abiertas al público. | José L. Conde