“La rutina de beber el mismo vino mata las pasiones”

Rasa Strankauskaite, en la vinoteca El gusto por el Vino | Foto: Andrés Gutiérrez
Rasa Strankauskaite, en la vinoteca El gusto por el Vino | Foto: Andrés Gutiérrez

Entrevista con Rasa Strankauskaite, sumiller

Rasa Strankauskaite llegó a las Islas Canarias hace algo más de 20 años procedente de su tierra natal, Lituania. Su primer contacto con el vino fue en los veranos de vacaciones en Armenia con una uva syrah, cuyo recuerdo permanece en su memoria. Hoy imparte clases de sumillería, disfruta catando y, sobre todo, despertando emociones con una botella de vino.

– ¿Hay un vino para cada ocasión?

“Por supuesto. Para cada ocasión y para cada momento de la vida. Incluso el mismo vino puede parecer un día fabuloso y al otro día no. Varía según tu estado de ánimo, según qué comes, con quién estás, cómo lo sirves, la temperatura. Influyen tantas cosas en un vino…”.

– ¿El sueño de un sumiller es elaborar un vino propio?

“Ese sueño lo tengo cumplido. Lo elaboramos con Contiempo, la bodega de Jorge Zerolo, la uva syrah y se llamó Rasa. Pero el sueño de un sumiller es despertar sentidos a un mayor número de personas; es decir, tener clientes que se emocionen con los vinos que les ofrecemos. Es maravilloso, fantástico. Además, con el vino empiezas a aprender y te engancha y cada vez quieres conocer más. Yo llevo años dando cursos de sumiller y con el paso del tiempo veo a mis alumnos que cada día buscan más emociones, más conocimientos, porque en esta profesión siempre se está aprendiendo. Nunca se acaba”.

– ¿Qué consejos le daría a los jóvenes que quieren introducirse en el mundo vinícola?

“Que sean receptivos, que no digan que lo saben todo.  Que no sean orgullosos, sino humildes. Hay que quitarse los zapatos, visitar las bodegas, preguntar; hay que probar de todo, sin exclusiones. No hay un año igual, porque si no el vino estaría muerto. Los jóvenes tienen que ser abiertos, disfrutones, viajeros, y que aprendan cuanto más mejor. Que se miren a los ojos, que sean sinceros. Y que compartan el vino; hay que compartirlo con la familia, con los amigos”.

– ¿Es verdad que somos lo que bebemos?

“Somos lo que bebemos, lo que pensamos y lo que comemos. Lo tengo muy comprobado por mi vida, por mi experiencia. El vino es como un coaching líquido. No te soluciona los problemas, no los arregla, pero te hace verlos de otra manera. Te hace ver la solución. No solamente es la filosofía, es una manera de vivir la vida, porque si bebemos bien, comemos bien, y si pensamos mejor, no de manera negativa, sino con optimismo, viviremos mejor. Es muy importante”.

“El sumiller es la persona que pone palabras a la comida y al vino” | Foto: Andrés Gutiérrez
“El sumiller es la persona que pone palabras a la comida y al vino” | Foto: Andrés Gutiérrez

“Cuando veo al cliente, lo primero que miro es su corbata y sus zapatos”

– ¿Cuál ha sido su experiencia más vital con el mundo del vino?

“Fueron los años que estuve en el Hotel Escuela de Canarias y ver a muchos clientes de todas las islas cómo cataban a ciegas vinos de las islas y luego les brillaban los ojos. Eso es emocionante. Hemos pasado de los años 80 y 90, de vinos muy sulfurosos y que te dolía la cabeza, que incluso daba miedo beberlos, a excepción de los de Lanzarote, a que me dijeran que escogiera yo los maridajes. Luego preguntaban qué referencias y comenzaban a apreciar los cambios que se estaban produciendo en las bodegas de las Islas”.

– ¿Y la más negativa?

“Lo peor es que no aprecian la figura del sumiller. Hay pocos sitios donde esté esta figura, porque no saben que engrandece la comida. Yo siempre me he peleado, incluso con los medios de comunicación, porque cuando informan sobre restaurantes solo hablan del cocinero, pero no del sumiller. Es el mismo sacrificio, el mismo horario, la misma pasión y el mismo amor. Es la persona que pone palabras a la comida y al vino. Si te pongo unas garbanzas compuestas y un pulpo, y al lado una forastera gomera, la comida se ha convertido en una fiesta. Insisto en que la figura del sumiller está todavía muy poco apreciada y hay muchos sumilleres que están en la sombra”.

– ¿Cómo se define en su profesión?

“Con una palabra: sumiller. Yo soy una humilde sumiller que le da todo el protagonismo al vino”.

– ¿Cómo elige el vino para los clientes?

“Cuando veo al cliente, lo primero que miro es su corbata y sus zapatos. La manera de caminar me indica si eres tradicional, si quieres un vino atrevido, o qué variedad de uva te va mejor”.

– ¿Cuál es el mejor momento para abrir una botella de vino?

“Cuanto estás rodeado de gente que te quiere. Tu familia, tus amigos; cuando consigues algo que te has propuesto para confirmar que te valió la pena. Pienso que, con la gente leal, con aquella que miras a los ojos y te dice que es para siempre”.

– ¿Considera que hace falta más cultura vinícola?

“Hace falta bastante más y así saldrían más vinos singulares, no se repetiría tanto el mismo. Hay marcas de Rioja o de la Ribera del Duero que están en la punta de la lengua. Nos hace falta más cultura. No habría botellones, no se beberían rones baratos y se tomaría vino en las discotecas. Y con ellos habría más paisajes, más trabajo. Es una cadena. Lo más importante es formar para que sepan catar, servir y disfrutar. Además, se pondría fin a la rutina de beber el mismo vino, que mata las pasiones. La rutina en tan mala como en la cama. Y con el tiempo terminas dejando el vino y pasándote al ron, etcétera. Esto lo tengo comprobado con mis clientes”. | José L. Conde