Josep Roca resalta la variedad, los pozos de historia y la creatividad de los vinos isleños

Josep Roca y Antonio Morales, flanqueados por los responsables de Vinófilos, Agustín García Farrais  (i) y Mario Reyes (d)
Josep Roca y Antonio Morales, flanqueados por los responsables de Vinófilos, Agustín García Farrais (i) y Mario Reyes (d)

Anuncia que el próximo año realizará una incursión en la gastronomía de Gran Canaria

El mejor sumiller de España y uno de los mejores de Europa, Josep Roca, transmitió hoy en Gran Canaria la esencia de sus maridajes, basados en una excelencia que combina plato y vino con las emociones de la persona a la que deleitará con su creatividad, sus vivencias y sus propias sensaciones.

Josep Roca subrayó que los vinos isleños son para él todo un descubrimiento y anunció que el equipo de Restaurante Celler Can Roca, galardonado como el mejor del mundo, estará la próxima primavera en Gran Canaria y varias islas más para explorar no solo su abanico vitivinícola, del que destacó su variedad, sus pozos de historia y creatividad, sino sus quesos y todo su rico acervo gastronómico.

Este experto, que se autodenomina camarero de vinos, fue el encargado de pronunciar la conferencia magistral del Salón del Vino de Vinófilos, inaugurado por el presidente del Cabildo grancanario, Antonio Morales, quien obsequió a Roca con los tres vinos ganadores de la Cata insular: el tinto Los Berrazales, el blanco Berode y el dulce Los Berrazales.

Morales elogió este encuentro porque genera colaboraciones con el máximo nivel de eficacia, sobretodo dada la apuesta insular por la soberanía alimentaria como un objetivo necesario e irrenunciable. Se trata de una apuesta, explicó, que el Cabildo ejecuta a través de la marca Gran Canaria Me Gusta, en la que el vino es uno de sus pilares para que su importante tradición se convierta en un futuro que aproveche todas sus potencialidades.

El público respondió a la llamada de Vinófilos
El público respondió a la llamada de Vinófilos

El responsable de Vinófilos, Mario Reyes, agradeció la presencia de productores todas las islas y de la Península, a las que reconoció su enorme esfuerzo por trasladarse a Gran Canaria, y se preguntó cómo pudo “engañar” a Roca para contar con su presencia, aunque su pasión por compartir la cultura del vino ofrece una “respuesta es fácil”.

“Cómo está de efervescente el vino aquí”. El sumiller celebró estar en Gran canaria para comprobar “cómo está de efervescente el vino aquí” y porque para “poder contar mejor el vino, hay que vivirlo” y también aprovechó su intervención para transmitir la esencia de su “fábrica de sueños” al concurrido público que no quiso perderse sus palabras en Infecar.

Al albor del extraordinario reconocimiento del que goza hoy día la gastronomía, manifestó, los restaurantes se convierten en lugares en los que mejorar la vida de las personas, en espacios que ofrecen la oportunidad de promocionar los productos de la tierra y, como no, en sitios desde los que promover conciencia ecológica.

Josep Roca, durante su exposición
Josep Roca, durante su exposición

Este restaurante que salió de “un bar de barrio”, aún regentado por los padres de los tres hermanos Roca y a donde cada día acuden a comer los 70 trabajadores del Celler Can Roca, trabaja por ello facetas tan diversas como la psicología -cada martes por la tarde cierran para hablar, se protegen del éxito y gestionan sus propias emociones-, o la ecología con la organización de talleres en colegios donde promueven el reciclaje. Sin ir más lejos, los vidrios de las botellas del restaurante se convierten en platos y vasos.

La perseverancia, el rigor, la hospitalidad y la generosidad la aprendieron estos hermanos de sus padres y es la esencia que aplican a su restaurante sumando el atrevimiento, no en vano, aparte de un horno de leña tienen todo tipo de última tecnología y aplican la orfebrería o la alquimia para crear toda suerte de sabores, formas y texturas. Y además no solo enlazan el vino a los platos, sino que crean platos especiales para los vinos.

La seducción de todo el proceso. Y es que un restaurante es un lugar en el que fluyen las emociones, exclamó, y si bien se habla mucho de la cocina, no es menos importante la sala y, tomando como referencia el milenario juego asiático “Go”, formado por piezas blancas y negras que bien podrían ser las chaquetas blancas y negras de cocineros y camareros, explicó que hay que combinarlas para “construir” los sueños de esta fábrica.

Vista del Tasting Room de Vinófilos
Vista del Tasting Room de Vinófilos

La seducción está presente en todo el proceso, en la cocina, el maridaje y en la atención. De hecho, da más importancia a la actitud que a la aptitud, a la pasión y al entusiasmo, a la excelencia y a la plenitud. Tanto es así, que aseguró que los vinos se escuchan y se sienten, y explica algunas de sus 3.360 referencias con sedas o música de Mozart.

“No hay que ser el mejor del mundo, hay que ser auténtico, emotivo”, recomendó este experto que también aconsejó tener cartas dinámicas, las suyas son de papel vegetal para poder actualizarla constantemente porque lo considera preferible a que sean de imprenta.

El Celler Can Roca tiene once meses de lista de espera, “la gente se cree que es de lujo, pero es un restaurante de vocación gastronómica que quiere entusiasmar, apasionar y embelesar. Es una fábrica de sueños salido de un bar de barrio” que ha combinado el mundo salado de la cocina, con el dulce de los postres con el líquido del vino, cada uno comandado por uno de los hermanos Roca, cuyos conocimientos serán transmitidos en los talleres que ofrecerán en su viaje en primavera a Gran Canaria.