Las ‘borrachas’, los foodtrucks de toda la vida

El autobar de Barranco Hondo tiene dos ventajas: las vistas y los bocadillos de cochino | Foto: J.C.
El autobar de Barranco Hondo tiene dos ventajas: las vistas y los bocadillos de cochino | Foto: J.C.

Bocadillos de cochino, café, rapidez y precios “para los trabajadores” son la oferta de los autobares de las carreteras de Tenerife

Las vemos al pasar por la autopista, por la carretera general o en polígonos industriales. Aprovechan un cruce y se instalan desde las 5:30 de la mañana para ofrecer cafés y bocadillos. Hablamos de las “borrachas”, los autobares de toda la vida, los foodtracks o las gastronetas, que vuelven a estar de moda y dicen que serán la solución gastronómica de la playa de Las Teresitas.

Nadie tiene claro por qué las llaman “borrachas”, pero creen que el nombre obedece a que en ellas paraban los camioneros del sur que iban de madrugada al muelle con plátanos y tomates y algunas perritas de vino entre pecho y espalda cuando los controles de la Guardia Civil ni existían.

Los autobares no hacen alarde de decoración, suelen ser blancas y sin muchos adornos porque lo que el cliente quiere es rapidez en el servicio y sobre todo, buenos precios.

El autobar Julián premia las buenas maneras cuando se pide el café | Foto: J.C.
El autobar Julián premia las buenas maneras cuando se pide el café | Foto: J.C.

El autobar Julián lleva 35 años instalado en el cruce de Las Eras, en la autopista del Sur. Ahora lo trabaja su hijo con un empleado. Roberto y Felipe empiezan a calentar la cafetera a las 5:20 de la mañana y poco después empieza a desfilar la clientela: trabajadores de la zona, transportistas, algún que otro turista… A veces se encuentran con gente esperando a que llegue la ‘borracha’ que ofrece precios competitivos: 1,50 euros, sea lo que sea lo que lleve dentro. Y café rápido: “en el mismo tiempo que un empleado de gasolinera prepara un café, yo saco cuatro”, afirma Roberto.

Los bocadillos de cochino vuelan en el autobar de Barranco Hondo, con unas vistas al mar que no tienen precio. Víctor, que ha heredado el negocio de su padre, lleva en esta curva 41 años, donde se paran trabajadores de todo tipo y turistas, que compran el bocadillo, el refresco o la cerveza y se sientan a disfrutarlo en sus coches o en las piedras, mirando al mar y disfrutando de la imagen que ofrece el valle de Güímar.

Desiré lleva diez años con su autobar en el Polígono de Güïmar | Foto: J.C.
Desiré lleva diez años con su autobar en el Polígono de Güïmar | Foto: J.C.

Desiré lleva 10 años en el polígono de Güímar y tiene hasta una pequeña terraza para que los clientes, “siempre gente trabajadora”, se coma el bocadillo. A las cinco de la mañana ya está abierto y como todos, echa el cierre los fines de semana y los festivos, en los que el tránsito de trabajadores prácticamente no existe.

A partir de las cuatro de la tarde, o de las siete en el caso del autobar de Barranco Hondo, se echa el cierre. Los autobares pliegan las ventanas y se van para casa hasta el día siguiente en que vuelven a abrir. “No podemos dejarlo aquí toda la noche, porque al día siguiente no encontraríamos nada”, dicen todos.