Cinco melodías de hojaldre

Década de los 40. Años de penuria y abandono por parte de la comunidad internacional. Una guerra injusta con graves problemas de subsistencia. Canarias no fue extraña a la situación. La alimentación se hizo un objetivo diario para todas las familias de esta tierra. Pero la vida siguió y Canarias ‘descubrió’ el turismo como elemento económico de desarrollo primordial. Una de las asignaturas pendientes era la restauración.

A través de estos años se ha ido cimentando una cultura gastronómica que, hoy día, es señera en el ámbito nacional y yo diría que internacional. Desde que se constituyó la Academia de Gastronomía de Tenerife, hemos intentado elevar nuestra situación y lo hemos ido consiguiendo gracias a la labor de muchos de sus miembros y donde destaco a nuestro querido amigo Manolo Iglesias, fallecido recientemente. De mi experiencia en las comidas mensuales, siempre vemos los pulpitos a la parrilla con chimichurri de aceitunas negras, langostinos empanados con mayonesa al wasabi, taquitos de queso de la tierra con mojito verde, medallón de atún, tagliatta con champiñones, y un largo etcétera que nos hace reflexionar sobre los postres y el post-postre, con el café. Todo muy bien, una restauración envidia de muchos lugares, pero echo en falta unos hojaldres acompañantes, pequeños, de textura suave, de gusto exquisito y de flotación bucal como con los bizcochitos de pájaro.

Por eso quiero dedicar hoy estas letras a cinco melodías de hojaldre. Pueden ser más, pero con cinco tenemos de sobra para conocer nuestros hojaldres, me atrevo a decir, canarios. Tendremos el gusto de probarlos el próximo día 17 de enero en el magnífico restaurante del hotel Tigaiga, en el Puerto de la Cruz, propiedad de la gran familia Talg a la que tanto debemos en el sector turístico y económico de Canarias. Saben que el hojaldre es una masa crujiente traída a Europa por los árabes. Se elabora con harina de trigo de la máxima categoría, grasa (mantequilla, manteca de cerdo o margarina), agua y sal. Para el café, una combinación de cinco melodías de hojaldre vienen muy bien para el deleite bucal necesario después de una comida exquisita y de gran contenido restaurador.

Todo ello, me viene a la memoria en recuerdo de la pastelería La Aurora, que comenzó su andadura en 1.940 de manos de mi padre, que llegó a tener 47 empleados en dos centros de producción: uno en La Laguna y otro en Santa Cruz, todo ello para evitar el pago en el célebre fielato que existían entre las dos zonas. El truco de los hojaldres y sus rellenos, estaba en mano de los artesanos y sigue siendo igual. En la actualidad La Aurora, de la mano de un gran artista-pastelero como David Alonso, mi sobrino, sigue con una andadura magnífica y fiel a las normas pasteleras ancestrales y de las más aventajadas de Tenerife. Les invito a visitar la nueva pastelería La Aurora que está instalada en la Subida al Mayorazgo, en La Orotava. Es la exquistez llevada a su máxima expresión. Amigos de la Academia de Gastronomía de Tenerife, enhorabuena por llevar a las cotas merecidas la restauración de Tenerife.

Benicio Alonso Pérez. Miembro de la Academia de Gastronomía de Tenerife