Guanchinches y beatrices

Vuelve a llover, las endorfinas se emocionan con las gotas. La última vez que vi llover estaba rodeado de gente buena, sucedió en un lugar entre las nubes, la humedad no era relativa era absoluta. Javier, el de la Real, la española, también de gastronomía, llegó empapado. Tras un cariñoso debate con Beatriz, se dejó poner una camisa marrón que estaba en un armario, no se sabe dónde.  No voy a hablarles del almuerzo, ya lo hizo sabiamente Jesús Javier Melián, voy a hablar de guachinches y demás hierbas.

Padrón y Soto se conocieron trabajando ambos en lo suyo, ella atendiendo al público, el al frente de sus calderos y viandas, ambos con una envidiable sonrisa horizontal, la de los que disfrutan en sus cosas, un druida del yantar y una dama del atender ¿Qué comparten? Creo que todo, merece especial mención el encanto y la amabilidad con la que trabajan. Se nota al llegar a su casa, la Bodega “El Reloj” en el Camino Los Frontones. No son un guachinche, son un Beatrice en La Orotava. ¿Qué es un Beatrice? Algo distinto, un restaurante llevado por una Beatriz y un Arkaitz. Bromas a parte, es una casa de comida, una taberna, un restaurante, una bodega, una tasca, un guachinche, un tascón, un restorán, una cantina, un figón, un boliche, un asador, un merendero, un bistro, un mesón, una venta, una posada, un bar, una cantina, un gastroguachinche, un ambigú, un chiringuito, un bufé, un lugar, un lo que sea… El caso es que lo que se haga, se haga bien, que lo que se ofrezca sea bueno, que no haya engaño, que los judiones de La Orotava con matanza de cochino negro canario, emocionen, que el vino no tenga truco, que la carrillera de cerdo ibérico con arroz meloso de verduras y queso palmero, sorprenda. Que si se Habla de Silencio, hablemos de un vino tinto extremeño fácil, brillante, limpio y con un bonito color cereza con toques violáceos. ¿A quién se le ocurre regular otra vez los guachinches?, no se dan cuenta de que se regulan solos. Que sobra regulación y falta imaginación. Al fin y a la postre, cada cual se llama como quiere, lo único que hay que cuidar en este bello mundo de la gastronomía y sus afiches, es la higiene, de todo tipo –hasta mental-, y, que cada cual pague puntualmente sus impuestos, tasas y obligaciones. Para que usted y yo elijamos donde ir, seleccionar, y disfrutar de la cocina en toda su paleta de colores. Menos reglas y más trabajo. La realidad es que no existen recetas para afrontar los excéntricos tiempos  que vivimos, dicho lo cual, habrá que buscar nuevos maridajes para las lentejas que hemos de cocinar en el futuro ¡Ojalá siga lloviendo!

Ramiro Cuende. Miembro de la Academia de Gastronomía de Tenerife