Un punto de encuentro para La Laguna

Mercado de San Miguel

El mercado de San Miguel está asentado en una estructura de hierro y cristal | Foto: J. L. Conde

Tradicionalmente los españoles cuando viajamos, especialmente por nuestro país, presumimos de realizar visitas a los mercados de abastos. La mayoría de las personas que acude a la Ciudad Condal a su paso por las Ramblas echan un vistazo al mercado de la Boquería y como no establecen comparaciones con el de su propio lugar de residencia. Centros de encuentro y de compra de productos frescos y de calidad han sido siempre los ubicados en las principales capitales españolas.

En la pasada primavera Madrid reinauguró, tras un par de años en obras, el nuevo mercado de San Miguel, muy próximo a la plaza Mayor y asentado en una estructura de hierro y cristal de principios del siglo XX, al estilo de la torre Eiffel de París. Aquí se abandonó la tradicional idea de lugar público para aprovisionarse de los productos frescos que suponen el sustento diario de una familia.

La apuesta de recuperación de este recinto, ubicado en el lugar más castizo de la capital de España, fue la creación de un centro de cultura culinario, donde el protagonista es el producto. En sus diferentes puestos puedes degustar desde ostras, acompañadas por cavas o productos de la comarca francesa de Champagne, hasta montaditos de ventresca o guisos de mar y tierra como garbanzos con chipirones. Al tratarse de un centro de cultura existe una librería o si queremos vajillas o cubertería de diseño de la marca Vinçon podremos dar satisfacción a nuestros anhelos.

El éxito de este proyecto es notable. La afluencia de público es un constante ir y venir especialmente en las fechas vacacionales o de días de puente. Nada que decir en estas fiestas navideñas. Las protestas de los vecinos que han perdido el lugar donde aprovisionarse también hay que tenerlas en cuenta. Las críticas lanzadas a los precios de los productos son justas, pero ya se sabe que lo bueno no siempre es lo barato.

La Laguna, por su condición de ciudad Patrimonio de la Humanidad, podría optar por la creación o rehabilitación de un lugar de similares características. Su ambiente masivo universitario, su inevitable paso para los turistas que quieran conocer la Isla, y su éxito comercial, tras la implantación del tranvía, la convierten en el destino ideal para albergar un proyecto de centro cultural culinario. Las exquisiteces traídas del exterior y los productos locales, y del resto del Archipiélago, junto con los vinos, podrían tener un recinto idóneo de promoción para una ciudad emergente y punto de encuentro para residentes o no. | José L. Conde